jueves, 11 de septiembre de 2014

RESTAURACIÓN 9


Si el paso del tiempo resulta implacable para el patrimonio arquitectónico,  no menos insidiosa es la intervención del ser humano que lo ocupa y toma decisiones para su conservación y protección.

A un año de la reapertura de la Iglesia Jesuítica, evaluar su restauración apunta a comprender la dimensión simbólica que ejerce en el imaginario altagraciense. 

Tras décadas de deterioro, una de las obras más singulares del barroco colonial encontró su oportunidad para recuperar el esplendor perdido, sin embargo en el inicio de los trabajos se fueron acumulando actuaciones que conjugaron la inoperancia y la desidia en un entorno de silencio que habilitó el campo de las dudas.

El estado del monumento se agravó con la remoción del solado, la excavación de trincheras que alojarían instalaciones de aire acondicionado y la extracción de restos óseos, violentas intervenciones que la comunidad interpretó como una profanación del recinto sagrado.

El escándalo mediático activó y distribuyó responsabilidades entre el cura párroco Siderides, la arq. Malandrino del Instituto del Patrimonio de la Universidad Católica y los funcionarios de la administración pública. Con la esperada intervención de la Agencia Córdoba Cultura se impuso una tregua para el cruce de acusaciones y atribuciones mal habidas, a los fines de remediar la destrucción, así el nuevo proyecto de restauro también asimilaría el concepto de restaurar el ánimo social, habilitando el templo en el menor tiempo posible.

Con tales antecedentes y premisas es improbable que el procedimiento siguiera los plazos que una obra de tal envergadura exige, por lo que se podría conjeturar que se resignaron precisión y calidad en la ejecución de los detalles.

Hay dos escalas de lectura perceptual para la restauración efectuada: una mayor que obliga a contrastar la visión general con el estado original del conjunto y que impacta de manera instantánea dejando satisfecho al observador no especializado, que vuelve a apropiarse del templo sin inmutarse ante la pertinencia o no de lo actuado, y una menor que exige una mirada escrutadora de materiales y técnicas empleadas, que abren nuevas interrogantes acerca de lo que quedó inconcluso o fue resuelto de manera inesperada:



 ¿Por qué hay imprecisiones anatómicas en el profeta que ocupa una de las pechinas?
¿Por qué el encuentro entre púlpito y muro continúa agrietado?
¿Por qué a un año de la reapertura ya hay muros cuya pintura se está descascarando?
¿Por qué los confesionarios no presentan un trabajo tan cuidadoso como otros componentes?
¿Por qué las juntas del nuevo solado están abiertas en muchos sectores?




Ante las incógnitas sobre los criterios que se adoptaron, no es casual que el nuevo osario carezca de referencias sobre el daño ocurrido, ni que su ubicación haya quedado como un elemento que se prefiere ocultar. Es en esos significantes donde el resultado se vuelve tan decepcionante como el proceso que antecedió a la intervención de las autoridades provinciales. A la celeridad de los tiempos políticos por aplacar las voces del mosaico social que sostiene el patrimonio, todavía le falta un epílogo escrito por la justicia que decidirá quienes y en qué medida han sido responsables de los desaciertos cometidos.
Arq. Walter H. Villarreal

martes, 17 de junio de 2014

INICIATIVAS 5

 
En la contratapa de la revista TAJAMAR de mayo, aparece una publicidad de "El Potrerillo de Larreta" suscrita por el Grupo Edisur:

 

Repite la misma frase que identifica a la actual gestión municipal:
 
Una estrategia de marketing que intenta adherir ídeológicamente a una visión urbana, apropiándose de la propaganda política del gobierno con la perversa intención de incluir a todos los altagracienses en dicho proyecto inmobiliario. Con este discurso se pretende minimizar el impacto del desarrollo, compartiendo la complicidad del desmanejo ambiental y la usurpación del espacio público del arroyo Los Paredones.

Tanto el Ejecutivo como el Concejo Deliberante deberían intervenir para aclarar a los vecinos lo que puede llegar a ser interpretado como un plagio descarado o un respaldo municipal escandalosamente inadecuado.

jueves, 17 de abril de 2014

INCIATIVAS 4


Muchas tesis de la Facultad de Arquitectura, han tenido por escenario de intervención a la ciudad de Alta Gracia, abordando un trabajo que entrelaza el diagnóstico urbano con una propuesta concreta para un tema específico. Generalmente los equipos toman contacto con funcionarios y técnicos de áreas tales como patrimonio, planeamiento y obras públicas pero rara vez el resultado de todo ese esfuerzo intelectual es capitalizado por la gestión oficial con el fin de generar una biblioteca de antecedentes que permita abrir o ampliar el diálogo sobre las necesidades y posibilidades de una ciudad en dinámico crecimiento.

 
Estos ejercicios académicos fijan su objetivo en una problemática real y el rigor asumido dependerá de los criterios adoptados por la cátedra en la que se inscriben, pudiendo privilegiar lo teórico sobre lo tecnológico o lo proyectual sobre lo factible, deviniendo en productos finales que suelen carecer de racionalidad ante una hipótesis de concreción, pero que enuncian ideas y alternativas que merecen ser analizadas y debatidas por sus cualidades resolutivas.
 
En ese marco interpretativo, los siguientes ejemplos de cuyos autores no se registran datos, ofrecen una somera idea del potencial propositivo que sustentan y que lamentablemente han quedado como ejercicios académicos cerrados, sin una oportunidad de proyectarse hacia el futuro del planeamiento local.
 
La primera tesis rescatada, interviene el centro histórico con un tratamiento extremo de la Plaza Solares consistente en una sucesión de terrazas, escalinatas y taludes que conforman un eje explanada unificador del actual Paseo de la Estancia y la Calle del Molino. Advierte sobre la necesaria recomposición de la manzana municipal, con un edificio que cierra las caóticas vistas que se observan desde la calle del Molino hacia el este (coincidiendo conceptualmente con la propuesta realizada desde PLAZAPLAZADA para la nueva sede del Banco Nación).

 
La segunda tesis apunta a una de las grandes deudas institucionales de la ciudad, la sede de un edificio municipal que albergue todas las reparticiones y dependencias que en la actualidad desarrollan sus actividades de manera caótica e inconexa por su dispersión entre la vieja “Casa Gris”, el salón Belisario Roldán, la terminal de ómnibus y otros inmuebles. Si bien la elección de su emplazamiento (predio de la estación de trenes) no parecería el más adecuado por la multiplicidad de funciones que se han ido agregando al sitio sin un plan maestro, reflexionar sobre las condiciones de trabajo y gestión en relación al espacio arquitectónico institucional, equivale a interpelar la calidad de los resultados obtenidos por la gestión oficial.

 
 
La tercera tesis hace foco en el predio de Canteras El Cerro con una propuesta hotelera algo grandilocuente, pero que denota una voluntad por recuperar la memoria ferroviaria y minera de Alta Gracia recreando el desaparecido sistema de transporte de áridos y la puesta en valor de la usina. Si bien se pasó por alto la gran estructura de hormigón que todavía permanece en pie y que conformara los silos, tolvas y el túnel del tren de carga, la importancia de esta propuesta radica en señalar la infinidad de oportunidades que ese enclave todavía conserva a pesar de la depredación y el olvido.

 
Cada ejercicio académico con sus excesos y falencias es el corolario de un largo proceso de relevamiento, diagnóstico y diseño, una tarea que demanda tiempo y esfuerzo intelectual, recursos muy valiosos como para que solo se agoten con la formalidad exigida en la graduación de un equipo de profesionales.